El juicio de Paris, el primer “juicio de gusto”, se inscribe al comienzo de una serie de acontecimientos trágicos que se quiere hacer corresponder con la entrada de la humanidad europea en la historia. Con el título de una Iconología analítica se afirma aquí el proyecto de un “discurso de imágenes” en el que el problema de la belleza vendría al primer plano de manera diferente al de los humanistas o académicos.