En un sentido amplio, el juego se relaciona con una actitud más distendida y menos dramática que las actividades serias de nuestras vidas. En algunas etapas el juego tiene una importancia fundamental. En la infancia y la adolescencia, el juego puede tener unas consecuencias educacionales de primer orden. Como en la mayoría de las actividades de vigilia, el juego instruye y educa. El juego, y en particular el juego social que precisa del concurso coordinado de diferentes miembros, puede representar una ocasión única para adquirir formas de comportamiento socializadas. El profesor Martínez Criado destaca y sintetiza en esta obra los aspectos aplicados del juego que hoy en día conocemos. El juego permite evaluar el grado de madurez del niño y el adolescente en diversos ámbitos (motricidad, inteligencia y socialización) y el tratamiento de ciertos transtornos. Las actividades extraescolares, que los niños realizan con sus iguales de forma espontánea o tutelada, son tratadas en esta obra con la importancia que, sin duda, merecen.