En 1967, una atractiva estudiante de antropología llamada Izumi Fukada contrae una extraña enfermedad en la isla de Papúa Nueva Guinea mientras forma parte de la expedición japonesa que busca a la tribu perdida de los hamulai. Este episodio trivial es el primer eslabón de una imprevisible cadena de acontecimientos que prosigue en Japón, salta a los Estados Unidos y termina alumbrando, setenta y cinco años después, una pesadilla distópica a escala planetaria. Novela de aventuras y policiaca, thriller político, sátira social y relato de ciencia ficción –todo ello a la vez–, El imperio de Yegorov sorprende al lector por su audacia técnica, por la originalidad de su trama y por su ritmo imparable. Una «ópera rock» nutrida de personajes como el médico Yasutaka Mashimura (alias Perseverancia), el misionero Ernest Cuballó, el poeta Geoff LeShan, la actriz Lillian Sinclair, el policía Walter «Capullo» Tyndall o el abogado Alexandr Shabashkin (alias Chacal). Una novela teñida de ironía que es también una reflexión sobre la fugacidad de la existencia humana y que, en palabras del periodista Basil Graham, «consigue una aproximación muy veraz a los hechos narrados». Manuel Moyano goza ya de un gran prestigio como escritor de relatos. Ahora, con El imperio de Yegorov, el lector se deleitará también con su singular e imaginativo talento como novelista. Resulta revelador que los derechos de traducción de esta novela hayan empezado a venderse ya a partir del manuscrito. «Manuel Moyano es un narrador excepcional. Tiene la magia del chamán que recita los mitos etiológicos de rigor en las largas noches de invierno, al calor de la hoguera primordial» (Luis Alberto de Cuenca). «Moyano, desde su primera incursión en la literatura, ha creado un estilo, una manera de escribir que se distingue a distancia. Entre sus principales ingredientes, la pulcritud y la precisión del lenguaje, el gusto por lo extraordinario y esa obstinación permanente por resultar original, a pesar de que nunca oculta sus fuentes, sus modelos a la hora de crear» (José Belmonte Serrano, La Verdad). «No teme ser comparado con Borges porque sabe –y no hay mayor elogio– que la mayoría de sus relatos pueden resistir sin desdoro esa comparación» (José Luis García Martín, La Nueva España). «Moyano es un narrador nato, capaz de suspender la incredulidad del lector por razones de verosimilitud del propio relato. Hacer esto con talento es raro, y las excepciones, como la de Isak Dinesen, poseen la virtud de trasladarnos al origen» (Juan Ángel Juristo, ABC).