EL HOMBRE DE LA ILUSTRACION ocupa el centro del universo; es un hombre libre, un conquistador, dueño de su destino por haber exorcizado las fuerzas de las sombras y del pasado. Sin embargo, la Ilustración difunde sus luces de forma desigual. Mientras las estructuras profundas de la sociedad permanecen estables, es innegable que en el siglo XVIII se abren nuevos caminos, formas de ser y de parecer.