Cuando Guillaume Apollinaire (1880-1918) comienza a publicar sus primeros cuentos en revistas apenas contaba con veinte años de edad, pero hasta diez años después no verán la luz reunidos en un libro: El Heresiarca y Cía. Las tramas de estos relatos nos remiten en parte a la infancia italiana de Apollinaire, a su adolescencia en Mónaco y Niza, y a las tradiciones centroeuropeas recogidas en un viaje por Alemania. Sus temas se nutren también de las abundantes y desordenadas lecturas adolescentes de Apollinaire y su predilección por la fábula: epopeyas italianas, novelas de la Tabla Redonda, la Biblia, la mitología griega, etc. De estas fuentes provienen muchos de los personajes inmortales y fabulosos a los que da vida en El Heresiarca: Simón el mago, el judío errante o Salomé, cuyas vidas y milagros recrea o reinventa Apollinaire con erudición e imaginación, a la manera de las Vidas imaginarias de Marcel Schwob. Como curiosidad, reproducimos a continuación algunas líneas que redactó el propio Apollinaire como presentación de la obra a la prensa: «El Heresiarca y Cía es, en efecto, una obra curiosa y muy interesante. Entre tantas invenciones fantásticas, trágicas y a veces sublimes, el autor se embriaga de una deliciosa erudición con la que también embriaga a sus lectores». ´Wilhelm Apollinaris de Kostrowitsky (verdadero nombre de Guillaume Apollinaire) nació en Roma el 26 de agosto de 1880. Hijo ilegítimo de un alto funcionario vaticano y de una noble polaca, tras ser abandonado por su padre, Apollinaire se instala con su madre en el sur de Francia, donde pasará toda su infancia y adolescencia. A los diecinueve años se traslada a París para buscarse allí la vida y transita de un empleo a otro: «negro» literario, profesor, empleado de banco o periodista. Su pasión por la poesía y el arte le llevan a sumarse al joven movimiento modernista. Colabora en la creación de algunas revistas literarias y se convierte en defensor del recién nacido cubismo. Escribe infinidad de poemas, ficciones y críticas que aparecerán posteriormente reunidas en su obra Alcoholes (1913). En 1914 se alista en el ejército francés para combatir en la I Guerra Mundial, donde resultará herido de gravedad. Al regresar a París, será aclamado como maestro por los futuros dadaístas y surrealistas. En 1918, tras publicar su popular libro de versos Caligramas y casarse con Jacqueline Kolb, la «hermosa pelirroja», muere aquejado de gripe.