Sumner Maine lleva a cabo en esta obra de teoría política una crítica a las creencias más extendidas sobre la democracia, entendida como una forma de gobierno. Recurriendo al método histórico y comparativo, en contraposición a los textos de mera especulación filosófica que habían dominado la literatura tradicional sobre el tema, trata de evidenciar el carácter infundado de la suposición de que la democracia es inevitable, una forma de gobierno que tarde o temprano se impondrá a las sociedades modernas. Igualmente rebate la creencia de que se trata de la mejor forma de gobierno posible o que la democracia favorezca el progreso científico. Francia y otros países del Continente, como España o Italia, son el ejemplo de la inestabilidad que acompaña a las democracias modernas. La última parte de la obra está destinada a analizar la Constitución de los Estados Unidos de América como el gran paradigma de democracia exitosa de la época. La razón de ello sería la previsión que tuvieron sus redactores para incluir los controles y salvaguardas necesarias para evitar los que ya entonces se intuían como peligros de un gobierno popular excesivo.