¿Existe realmente un gobierno mundial? ¿Son las actuales instituciones globales eficaces en la toma de decisiones? ¿Pueden ser compatibles con unos principios básicos de democracia? Sí, en efecto, existe un gobierno mundial. El mundo está actualmente gobernado por unas pocas docenas de burós, organizaciones, agencias, fondos, bancos, tribunales y directorios autoproclamados de ámbito global. Estos organismos utilizan diferentes fórmulas institucionales y de toma de decisiones, tales como la rotación de países o los votos ponderados; confían en expertos no-electos que diseñan alternativas y decisiones; construyen políticas de consenso basadas en el conocimiento; y emplean diversos mecanismos para tratar que los altos funcionarios rindan cuentas de su labor. Pero la variedad de arreglos institucionales no es un indicador de escasa capacidad de toma de decisiones o de ejecución de políticas; más bien refleja la amplia gama de actividades de las instituciones globales y la complejidad de su agenda de temas. La mayoría de las instituciones globales han ganado en eficacia durante las últimas décadas. En el mundo globalizado actual, la democracia está cambiando de escala, desde los estados hasta el nivel mundial. El reto principal es el diseño y la elección de las normas y procedimientos institucionales apropiados para un gobierno mundial eficaz y democrático. «¿Qué queda de la democracia si los gobiernos nacionales tienen que inclinarse ante agencias globales especializadas? Colomer muestra magníficamente como nos encontramos ya ante una regulación dispersa y sin rostro que es aun más poderosa de lo que sería un gobierno mundial unificado. Y presenta sugerentes perspectivas sobre lo que esto significa para las instituciones democráticas del mundo» (Rein Taagepera). «En este concienzudo y estimulante libro, Josep M. Colomer muestra que ya existen instituciones efectivas de gobernanza global. Un gobierno mundial único no es posible ni deseable. Pero tampoco es necesario. En su lugar, un conjunto de instituciones efectivas ya desarrollan las funciones esenciales de la gobernanza mundial. Además, a pesar de las inquietudes por los déficits democráticos, estas instituciones pueden cumplir los requisitos esenciales de una democracia efectiva: representación, competencia, consenso y rendimiento de cuentas» (Martin Wolf, Financial Times).