Todas las mañanas, de camino a la escuela, Cristina se encuentra con el viejo gato blanco. El minino, además de hablar, sabe otras muchas cosas: ¡no se le escapa una! Pero, aunque le explica a Cristina todo lo que sabe del mundo y de la vida..., ¿se puede confiar siempre en la palabra de un gato?
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