En el transcurso de estos últimos sesenta o setenta años se ha producido un giro copernicano en el seno de nuestras culturas: el Dios «oficial» dado por supuesto se ha convertido en un Dios extraño, ajeno, distante y, para muchos, incluso inexistente, como si se tratase del deus otiosus de algunas tradiciones africanas. ¿Significa eso que Dios ha dejado de tener presencia y eficacia en la vida privada y pública de las personas al margen de las cualificaciones que, a menudo, como gigantescas losas insoportables, se han cargado sobre Él, y que ya no suscita el interés de las sociedades del siglo XXI? Lluís Duch se enfrenta en este libro al exilio de Dios de nuestras sociedades contemporáneas consciente del egocentrismo o la ingenuidad que supone el hecho de creer que Dios solo se hace presente, actúa y se muestra como salvador con el concurso de los explícitos legal y culturalmente sancionados de nuestra religión y de nuestros códigos.