Todo ser humano puede detectar en su interior la voz del deseo y la voz del Anhelo. El deseo es el lenguaje del ego: nace de la necesidad y se caracteriza por la ansiedad y la insaciabilidad; el Anhelo es expresión de la plenitud que somos y lleva la marca del gozo y de la gratuidad. Así, mientras la identificación con el primero tiraniza, el segundo nos conduce a casa.Un texto es inspirado cuando nace del anhelo. Eso explica que el lector se sienta leído interiormente por él. Porque, en último término, todo texto de sabiduría y nuestro corazón dicen la misma cosa, porque en ambos es el anhelo quien se expresa.A diferencia del deseo, siempre insaciable, con el anhelo ocurre una profunda y hermosa paradoja: al acogerlo se disuelve, porque nos hace descubrir, con tanta sorpresa como admiración, que somos justamente aquello que anhelábamos. Como decía Jesús, el Reino de Dios está dentro de vosotros. Esto es lo que descubrimos en el evangelio: una palabra sabia que lee el anhelo humano y, de ese modo, desenmascarando posibles engaños y advirtiendo de las trampas que acechan, muestra el camino a casa, la misma que habitaba Jesús y a la que nombraba como Padre o como Reino de Dios. El autor, al acompañarnos en esta lectura del evangelio, abriga el deseo cordial de que la palabra de Jesús produzca resonancias en nosotros y dinamice nuestro propio Anhelo, hasta descubrir, experimentar y saborear la plenitud que somos, y que queda expresada en una afirmación del propio Jesús, aplicable a todos nosotros: Yo soy la vida. Enrique Martínez Lozano (Guadalaviar, Teruel, 1950) es psicoterapeuta, sociólogo y teólogo. Es autor de varios libros y se halla comprometido en la tarea de articular psicología y espiritualidad, abriendo nuevas perspectivas que favorezcan el crecimiento integral de la persona. Su trabajo asume y desarrolla la teoría transpersonal y el modelo no-dual de cognición.