«Nuestro enemigo, el Estado» es la obra maestra del teórico estadounidense Albert Jay Nock. Un tratado de filosofía política publicado en 1936 cuyas meditaciones, no obstante, encuentran claros ecos en nuestra actualidad sociopolítica y económica. Libro de cabecera de autores tan influyentes como Murray Rothbard, Frank Chodorov o William F. Buckley, Jr., «Nuestro enemigo, el Estado» se erige en un lúcido e imperecedero monumento al antiestatismo. «Cuando Nuestro enemigo, el Estado apareció en 1935, fue su mérito literario y no su contenido filosófico lo que llamó la atención. La gente no estaba preparada para sus predicciones, y mucho menos para el argumento en que estas predicciones se basaban (…) En menos de una década se hizo evidente para los americanos que su país no era inmune a la filosofía que había apresado al pensamiento europeo. Los tiempos estaban demostrando la tesis de Nock, y mediante un irresistible boca a boca se manifestó un gran interés por el libro cuando ya no estaba disponible». Del prefacio de Frank Chodorov «Nock lleva a cabo un acertado retrato de lo que es el Estado, no desde el punto de vista económico en sí, sino desde el punto de vista de la ética. El Estado es una organización criminal en cuanto se vuelve un fin para sí mismo en lugar de un medio para el ciudadano. Su única fuente de financiación es el robo, los impuestos, y su modus operandi, la violencia. Más aún, el Estado se nutre de la mentira para comprar votos. (…) Fíjese, lector, que los mantras que soltaba Roosevelt en los años treinta eran los mismos que nos dicen los políticos actuales. Son las mismas mentiras y seguimos creyéndonoslas. Como en aquel entonces, ahora vivimos un cambio de ciclo que marcó la crisis. Las soluciones del Estado no han variado: más Estado por nuestro bien; pero la realidad choca una y otra vez con las promesas». Del prólogo de Jorge Valín «El Estado moderno cada vez más se manifiesta como el mal que filosofías centenarias se proponían identificar, y que los sistemas constitucionales pretendían evitar. Esto plantea la cuestión de si la existencia del Estado, con su propio interés en el desarrollo de un monopolio del uso de la fuerza, podría augurar otra cosa que los continuos ciclos de guerra, represión, dislocaciones económicas, y cualquier otra forma de conflicto o desorden colectivo. ¿Serán capaces las mentes de hoy en día, deseosas de entender la realidad en lugar de aceptar sin más una simple teoría política basada en la esperanza, de resistir un cambio en el pensamiento como el ofrecido por Nock y otros muchos que aportan explicaciones del estatismo basado en un pragmatismo con principios?». De la introducción de Buttler Shaffer