Un médico archiconocido en Andalucía no comprende cómo los burros se dedican a filosofar y los maliciosos a dirigir las guerras. Quiere cambiar ese orden de cosas y para ello escribe un libro con la sana intención de entregárselo a Felipe II, con el que tiene buena relación, para que le ayude a poner en práctica sus teorías sobre el ingenio y temperamento de sus nobles vasallos. Pero sus nobles intenciones topan con la Iglesia en forma de hoguera e inquisición. Sin embargo, el instruido fraile que debe juzgarle, Fray Santiago, es a la par hombre de fe y honesto, erudito y humano. Entre ellos se entabla una relación que va más allá de lo que se podía esperar en un proceso inquisitorial. Juan Huarte de San Juan, médico navarro, nacido en Ultrapuertos en el siglo XVI, ejerció la profesión durante toda su vida en Baeza, atendiendo a nobles y apestados. Su vida hubiera pasado a la trastienda de la historia, sin más gloria ni reconocimiento posterior, si no fuese por su tratado sobre los humores de las gentes. Su única obra, titulada Examen de ingenios para las ciencias, se publicó en 1575 en Baeza y posteriormente en todos los países cultos de la época. La influencia de sus ideas ha sido muy bien comentada y documentada por doctos estudiosos, aquí y fuera de aquí. Una nueva edición quiso salir a la luz, pero las intrigas y envidias, con la inestimable ayuda de la Santa Inquisición, la hicieron peligrar. Se publicó, por fin, en 1594 con mutilaciones varias y sangrantes, que cicatrizaron posteriormente con su éxito.