¿Por qué hay personas que sienten que se transforman en hombres lobo? ¿Por qué el Pájaro Loco no se daña el cerebro? ¿Por qué los castrati cantaban de una forma tan hermosa? ¿Por qué Goya seguía disfrutando de la vida a los 80 años? ¿Qué pueden enseñarnos en el campo de la Neurociencia Nicole Kidman, Nina Simone, Evita Perón o el capitán Gulliver? Estas preguntas pueden parecer un juego, y quizá lo sean cuando, a través de estas páginas, recobremos un poco de aquel cerebro de niño que nos hacía disfrutar explorando, mirando al cielo una noche estrelalda, observando a las hormigas, formulando preguntas y obteniendo respuestas, por increíbles que pudieran resultar. El estudio de la mente es también el estudio de quiénes somos. Todas las creaciones sublimes del ser humano la literatura, la pintura, la escultura o la música, y también todos nuestros sentimientos, pensamientos y decisiones, tienen lugar en el cerebro. Y desde él, desde esas neuronas que disparan chispazos químicos en medio de la ventisca, llegamos a nuestra vida cotidiana, a nuestras leyendas, a nuestros miedos ancestrales. En un ámbito como el de la Neurociencia, en el que los descubrimientos se suceden a un ritmo vertiginoso, es imperativo mirar hacia atrás para ver cuánto hemos avanzado, todo lo que hemos recorrido, y deducir así cuánto nos falta aún por descubrir, por saber. Es una historia característica de nuestra especie, llena de fracasos y de pasión, de risas y de miedo, de sueños y de dolor, de valientes y malvados, de lo mejor y de lo peor de los hombres; porque son en definitiva historias humanas, estas historias de la Neurociencia.