Entre marzo y julio de 1936, el general Mola, como Director, pergeñó desde Capitanía de Pamplona una sublevación militar y lo hizo de manera minuciosa, de forma que el plan de control, represión y represalias de lo que desde un primer momento tenía que ser «territorio liberado» fue al detalle. Basta asomarse a los periódicos de los primeros días de la guerra o leer el contenido de algunas de sus instrucciones secretas: «Se tendrá en cuenta que la acción ha de ser en extremo violenta…». Se trata de ver cómo hemos vivido y cómo vivimos no ya la guerra, sino sus consecuencias. No cuenta tanto lo de entonces como lo de ahora, el cómo seguimos viviendo aquello de una manera mucho más viva de lo que se piensa y desea.