A lo largo de estas páginas dedicadas al dolor físico, querría hacer partícipe al lector de algo que aprendí, a saber, que el dolor jalona nuestra vida como si maduráramos a golpes de dolores sucesivos. Cuando aparece un dolor intenso, independientemente de que sea físico o psíquico, podemos estar seguros de que estamos atravesando el umbral de una prueba decisiva. ¿Qué prueba? La prueba de una pérdida, la pérdida brutal de nuestra integridad corporal, cuando se trata de dolor físico, o de la pérdida brutal del ser que amamos cuando se trata del dolor psíquico. Sin embargo, hay otras dos pérdidas igualmente bruscas que pueden causar un dolor insoportable. Me refiero al dolor motivado por el abandono, cuando el ser amado nos retira súbitamente su amor, y el motivado por la humillación, cuando alguien nos hiere profundamente en nuestro amor propio. De todos estos dolores, en este libro analizaremos el dolor físico.