Maestro, predicador, confesor, escritor de obras profanas a contracorriente de la preceptiva marcada por la orden jesuita a la que perteneció, y conspicuo representante de la corriente conceptista del barroco español, Baltasar Gracián (1601-1658) coronó con " El Discreto " la trilogía formativa iniciada con " El Héroe " y continuada con " El Político " . Ahora bien, si en " El Héroe " tocaba el ámbito épico y fabricaba un espejo del rey, y en " El Político " hacía una incursión en la esfera propia del personaje que da título al libro, " El Discreto " , en cambio, se articula en torno a un concepto tan usado en el Siglo de Oro como fue el de " discreción " , virtud que, madre de todas las demás virtudes, se alza en la época como símbolo de educación, nobleza y experiencia vital. En él, Gracián desciende al hombre de mundo y traza una etopeya o caracterización del " discreto " u hombre universal, cuya vida se dibuja al final de la obra. El discreto gracianesco, no obstante, como barroco, se aleja de la visión optimista del humanismo cortesano renacentista, para encastillarse en el desengaño y presentar perfiles de prevención sabia y agudas cautelas. Inspirándose en los más grandes modelos clásicos de la filosofía natural y moral, sobre todo Séneca el estoico, Gracián prescinde en esta obra de la enseñanza espiritual o religiosa para atender más a la razón natural y a la moral cívica, proporcionando así un arte de vivir tan válido hoy como ayer y que, como apunta Aurora Egido, responsable de la edición, es tarea de toda la vida, ya que, en palabras del propio Gracián, " todo el saber humano se redice al acierto de una sabia elección " .