El amor misericordioso de Dios es uno de los aspectos divinos que san Agustín y santa Teresa vivieron como el Dios más real, vivo, íntimo y personal. Y esta experiencia de Dios los llevó, inexorablemente, a la práctica de las obras de misericordia y a la oración. Los dos místicos son hoy más actuales por esta socialización que hacen del evangelio que, por su manera profunda, sentida y ensimismada de pensar y orar. Finalmente, se consideran, a través de algunas conmovidas y estremecidas oraciones, las claves de sus oraciones de invocación a la misericordia divina, oraciones que expresan siempre, explícita o implícitamente, la alabanza reconocida, admirada y agradecida a la magnificencia grandiosa de la bondad de Dios por tantas gracias y favores concedidos gratuitamente sin mérito propio alguno.