Un seguimiento de la evolución de los problemas de la adquisición de la vivienda o del acceso a la propiedad a través de un préstamo hipotecario muestra que seguimos tratando erróneamente las cuestiones de Derecho común como si creyéramos todavía en las categorías originarias. Diversos acontecimientos parecerían evidenciar el final de un ciclo o el agotamiento de la garantía por excelencia: la hipoteca. El equilibrio es inestable. La reconstrucción requiere un sistema financiero verdaderamente sólido y la superación de la inadaptación del Derecho a la economía, desarrollando modos alternativos a la resolución del crédito impagado; con un marco jurídico completo sobre el endeudamiento. La hipoteca sólo podrá seguir siendo válida si se elimina toda la hojarasca que se le ha ido añadiendo indiscriminadamente y sin ninguna reflexión, y si sabemos superar su profundo deterioro con tanta manipulación legislativa y jurisprudencial, sobre todo a partir de las reformas justificadas por la crisis, reordenándola de una manera coherente; aunque será difícilmente recuperable si la mayoría de la población no va a ser solvente y el problema seguirá siendo inquietante hasta que no haya un replanteamiento político-económico; en todo caso, el sistema tiene que ser pulido definitivamente y una oportunidad es la transposición de la Directiva del crédito hipotecario si abre un nuevo espacio y un nuevo tiempo para un ulterior desenvolvimiento del mercado hipotecario más allá de una mera alternativa en un escenario adverso.