Imborrable el recuerdo de aquel espectáculo de arrobo colectivo que proletarios de la cultura Pedro Almodóvar, Sabina, Serrat, Miguel Bosé, Ana Belén, Víctor Manuel, Nuria Espert, Concha Velasco, Álvaro de Luna y José Luis Cuerda, entre otros muchos protagonizaron en febrero de 2008, con aquella campaña electoral del PSOE en la que aparecían «haciendo la ceja», con un dedo sobre un ojo, en señal de adhesión al líder de las cejas circunflejas. El colectivo, bautizado como Sindicato de la Ceja, agrupa a muchos nombres populares: Maribel Verdú, Javier Bardem, Aitana Sánchez-Gijón, Juan Echanove, José Sacristán, Cristina del Valle, Juan José Millás, Antonio Banderas, Almudena Grandes, Luis García Montero, Juan Diego, Pilar Bardem, Juan Diego Botto, Miquel Barceló, Gran Wyoming, Loles León, Miguel Ríos, María Galiana, María José Goyanes, Marisa Paredes, Ramoncín, Pedro Guerra, Tina Sáinz, Verónica Forqué, María Barranco, Federico Luppi, Azucena Rodríguez, Cayetana Guillén Cuervo, Ismael Serrano, Isabel Coixet, Willy Toledo, Boris Izaguirre, Fran Perea, Jesús Vázquez
y así hasta más de cinco mil, afectados por una fidelidad perruna hacia ZP. Mariano Rajoy, celoso, tiene también su estrategia capilar. Son artistas cuyas inquietudes profesionales concuerdan más con los programas del PP y se les conoce como el Clan de la Barba, a la espera de la debacle zapateril: Blanca Marsillach, Arancha del Sol, Juncal Rivero, Magüi Mira, Mariano de Paco, Antonio del Real, Eduardo Galán, Juan Carlos Pérez de la Fuente o Juanjo Puigcorbé, amén de iconos clásicos de la derecha como Bertín Osborne, Arturo Fernández, Amparo Baró, Inés Sastre, Víctor Ullate
En este libro se cuentan los muchos fulgores y miserias, fidelidades y traiciones, coherencias y contradicciones, chollos y ambiciones de lo más granado de la Ceja, así como las expectativas de los de la Barba. Historias públicas a la sombra del poder, algunas muy poco edificantes, que evidencian a las claras por qué algunos personajes se arriman al poder, sin sonrojo y sin otra meta que el interés personal, en estos tiempos e incluso en otras épocas lejanas, a la sombra protectora del Caudillo. Políticos de medio pelo o políticos por los pelos. Pero con alta rentabilidad.