Esta es una historia de descubrimientos: del descubrimiento de la fe en quien se admira y se quiere, y de que la amistad, como todas las manifestaciones del amor, puede brotar entre una niña y un anciano. Gabriela, la protagonista, es inquieta, observadora, curiosa, nada le es ajeno, y una tarde en que sube a la buhardilla de su casa a jugar con sus amigas, encuentra a un viejo misterioso dormido en el felpudo. Este hombre no es el mendigo que aparenta, sino alguien que causará un beneficioso desorden en su vida.