El chat, nuevo género comunicativo del siglo XXI, conlleva unos recursos y unas estrategias singulares. El apodo de los internautas (como una forma de garantizar el anonimato y preservar la verdadera identidad); la repetición de grafías y de los signos de exclamación (como un procedimiento de intensificación); o la aféresis y la imitación gráfica de algunos rasgos propios de la oralidad (con una intención lúdica y apelativa), constituyen tres de sus numerosas peculiaridades. Quizá la mayor originalidad de este nuevo género resida en tratarse de una conversación gráfica, posibilitada por el avance tecnológico. En este Cuaderno se analiza este género desde la perspectiva de su singularidad discursiva y de sus correspondientes características lingüísticas.