Estudiar el significado y la función de las citas de Isaías en la obra lucana tiene su origen remoto en mis inquietudes bíblicas juveniles, cuando, siendo joven seminarista, a finales del siglo pasado, participaba en la misa crismal en la catedral de Tui (Pontevedra). La liturgia de la Palabra de dicha celebración pone en relación el texto profético leído por Jesús en la escena programática de Nazaret, que es la lectura del Evangelio proclamada en esa celebración eucarística, con su original isaiano, que es la primera lectura. Se trata de la única vez, en el año litúrgico, en que la liturgia de la Palabra ofrece ambos textos conjuntamente. Al proclamarse juntos estos dos textos se ponen de manifiesto las grandes diferencias que existen entre el oráculo original de Isaías y la lectura que hace Jesús en la sinagoga tal y como nos la transmite Lucas. A ojos de un joven seminarista estudiante de Biblia, parecía que Lucas había manipulado y mutilado el texto profético para adecuarlo a sus intereses teológicos. Al buscar otras citas del Antiguo Testamento en los evangelios, la impresión era semejante. ¿Cómo se podía explicar esto? ¿Verdaderamente Jesús cumplía con lo profetizado por Isaías o simplemente con lo que Lucas recogía de este profeta? ¿Cómo explicar este uso del Antiguo Testamento por parte de los autores del Nuevo Testamento? Con este libro he pretendido dar respuesta a aquellos interrogantes de juventud intentando hacer una humilde aportación en el ámbito del diálogo intertextual bíblico.