Una prostituta recuerda sus encuentros y cartas con Lord Byron. «Byron siempre me llamó Lily y yo a él Lord. No milord, no. Lord, simplemente. ¿Cómo se explican esas cosas?» Con estos elementos, Luis Antonio de Villena nos regala la voz de una mujer que lo supo todo sobre el amor, y cuyos recuerdos consiguen enriquecer y humanizar el perfil inagotable del gran poeta romántico. «Los besos morían en el anonimato y nada era imposible. Era la gloria de la carne sin amor y sin interés. Byron recordaba a una mujer de ojos azules en un gran salón lleno de máscaras. Creyó que era Augusta: una amorosa hermana que le buscaba. Aquellos días de espléndida derrota del cuerpo le hicieron volver a pensar acuñar mejor lo que deseaba como destino. Me acuerdo que dijo: morir de pie debe ser el mejor sentido de la vida; si mueres de pie, es posible que vivir haya merecido la pena.»