De nuevo recurre Platón al pretexto de una reunión de amigos para abordar un tema de discusión: ahora se trata de hablar sobre el amor. La ocasión la brinda una cena en casa de Agatón, a la que asiste un nutrido grupo de comensales. Entre ellos se suscitan inicialmente cinco intervenciones en forma de otros tantos discursos a propósito del origen y la naturaleza del amor. ¿Hay uno solo o son varios los amores? ¿Merece algún tipo de elogio Eros como dios del amor? Son como casi siempre los hombres quienes sostienen la conversación, pero, por primera y única vez en sus Diálogos, Platón encarga a una mujer, la sacerdotisa Diotima, la tarea de iniciar a Sócrates en el conocimiento de los misterios y simbolismos del amor.