El Arte de la guerra del general chino Sun Tzu (544 a.C.- 496 a.C) nos enseña la receta para la victoria: reflexión y afrontar batalla si es la última opción; evaluar fortalezas y debilidades, tanto las propias como las del enemigo, y usar el engaño junto a la sorpresa. Especialmente, hay que esperar lo inesperado porque hasta los buenos generales sufrirán derrotas (como los buenos abogados) por variadas causas; quizá en la victoria se interpongan los dioses (legisladores) arrojando rayos y truenos contra el disciplinado ejército de alegatos y pruebas; o el campo de batalla (tribunales) resulte incómodo; incluso quizá tenga que luchar bajo una climatología adversa (jurisprudencia); o, acaso, sobrevengan imprevistos en la batalla, como una inundación o emboscada (hechos nuevos, trucos procesales o recursos), y sin olvidar que la información facilitada por los espías (doctrina) puede resultar errada. Esas valiosas enseñanzas arrojan luz sobre la realidad de la Justicia administrativa actual pues, aunque las reglas de la guerra y las reglas procesales son de distinta naturaleza, existen sugestivas concomitancias: declaraciones de guerra y demandas; armas y pruebas; batallas e incidentes; cuerpo a cuerpo y vistas orales; retiradas y desistimientos; rendiciones y allanamientos. La paz y la cosa juzgada. En los conflictos bélicos y judiciales reina la incertidumbre y el azar. Y como no, hay vencedores y vencidos. Ese reto de armonizar el arte de la guerra y el arte de litigar es el que afronta José Ramón Chaves, magistrado y escritor, con esta originalísima obra impregnada de espíritu didáctico y lúdico que provocará el goce de abogados, jueces y profesores de disciplinas jurídicas, así como de los curiosos en descubrir los resortes de la Justicia administrativa.