No sabemos si la moda ética irá para largo, o no. Tampoco es un argumento especialmente entusiasmante para los defensores de la necesidad de la ética el que les digan que lo suyo «está de moda». Porque eso supone, al menos implícitamente, que en un tiempo no lo estuvo -¡qué desastre!- y que puede fácilmente no volverlo a estar -más dura será la caída-. Así que, la apuesta de este libro es por hacer de la ética el hilo conductor de la propia vida personal. Uno de los grandes obstáculos que hemos de superar ante un curso de ética es el de creernos que ya nos lo sabemos todo, que cada quien tiene sus valores y que eso no tiene vuelta de hoja. Los valores éticos, o son universales, o no lo son. Que yo me crea «una buena persona», no me hace tal. Y lo sé, que es más grave. Entonces, ¿por qué no poner los medios necesarios y suficientes para saber cómo me hago mejor, y vivirlos con plena convicción? Este libro tiene la audaz pretensión de ayudar en las dos tareas inseparables de la ética: por un lado, ofrece los medios para pensar en la acción humana, en sus condiciones y factores, saber la razón de lo que la hace realmente humana; y por otro, anima y sugiere cómo llevarlo a la práctica. No es un libro para ser un erudito que separa mente y vida, ni un manual de consejos de autoayuda sin ton ni son. Es un libro para audaces, para los que creen que el pensamiento humano es la mejor y más fuerte herramienta de la que disponemos, y que la libertad no se da, sino que se conquista tenazmente en todas y cada una de nuestras decisiones libres.