La paz de Dios, institución de la Iglesia medieval, ha sido interpretada en la mayoría de los casos como una forma de dominio exclusivamente violenta. Dominique Barthélemy, a partir de una relectura de los textos del momento y de las interpretaciones al uso, afirma que la violencia desencadenada en los siglos X y XI es en parte un mito, de manera que, sin pasar por alto violencias y escándalos, el contexto de la paz de Dios fue menos dramático de lo que se había venido creyendo.