En 1930, cuando trabajaba en la revista Documents, Michel Leiris, surrealista disidente, recibió de su colega el etnógrafo Marcel Griaule la invitación de unirse al equipo que estaba formando para realizar un viaje de casi dos años a través del África negra, lo que se dio en llamar la misión Dakar-Yibuti (1931-1933). Fue una de las primeras investigaciones de campo de la etnología francesa, y en ese sentido, contribuyó decididamente a constituir esta disciplina. La expedición cruzó el continente africano desde el Atlántico hasta el Mar Rojo, a lo largo del borde inferior del Sahara. En ella participaron un total de diez investigadores especializados en campos de estudios diferentes. Michel Leiris se ocupó de la clasificación de los documentos recogidos por la misión así como de la realización de investigaciones etnográficas. El África fantasmal lo convirtió asimismo en historiógrafo de la expedición, el cual, en lugar de entregarse al pintoresquismo del clásico relato de viajes, optó por llevar escrupulosamente un cuaderno de campo. Sin embargo, el cuaderno de Michel Leiris derivó rápidamente en un «diario íntimo». Fue justo esa deriva la que puso en tela de juicio la pretendida «objetividad científica» de la antropología; punto de vista que se extremó en posteriores escritos del autor. De hecho, Leiris es de los primeros, si no el primero, en desligar la antropología como disciplina del concepto de «primitivismo». La misión contribuyó a la creación del Musé de LHomme en 1937, donde Leiris trabajaría como etnógrafo hasta 1971. Reveló también la atracción generalizada por el exotismo y por el arte africano, por «lo negro», muy propia de la época: el boxeador Panamá Al-Brown participó en una gala benéfica en París para recaudar fondos para la misión. Para la presentación, en el museo del Trocadero, del material que se iba a utilizar en la expedición se contó con la presencia de Josephine Baker. Griaule mantuvo abierta una oferta, que no llegaría a cuajar, a Luis Buñuel para el rodaje de un documental sobre la misma. Y la revista Minotaure informó del desarrollo de la expedición y le dedicó, en 1933, un número monográfico.