El Acuerdo de Viernes Santo firmado en Belfast en abril de 1998 fue el primer paso del largo y complicado proceso de paz en Irlanda del Norte. Como en todos los conflictos, y éste no podía ser una excepción, los derechos humanos acaban pagando los platos rotos. Es por ello que la promoción y protección de los derechos humanos desempeña un papel clave en situaciones post-conflicto. El objetivo del presente estudio es recorrer el contenido de dicho Acuerdo, resaltando aquellas disposiciones que van dirigidas a la protección de los derechos humanos.
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