Cuando en 2007 se concedió el Oscar a la mejor actriz, a la protagonista La vida en rosa, un veterano del mundo del espectáculo francés comentó: «No se lo dan a Marion Cotillard; se lo dan a ella.» Ella, por supuesto era Edith Piaf, el ave fénix que más de cuarenta años después de su muerte seguía logrando triunfos.
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