Doble ictus narra, con pelos y señales, una relación. Simplemente eso. Aunque la diferencia con otras obras basadas en el mismo asunto radica en que el autor se ha esmerado en no dejarse nada en el tintero, destruyendo la tónica general actual que se frena ante la explicación atractiva y pormenorizada por no herir sensibilidades. Orgasmos, peleas, arritmias, borracheras, defecaciones, amenazas de aborto, planes de futuro, envidias generales… E incluso con todo esto, pureza; mucha pureza. Este libro, a fin de cuentas, es una verdad como un templo: la Lonely Planet de las relaciones. O como dice su autor: «La primera autopsia de un noviazgo». Joaquín Campos escribe a diario. Publicó el año pasado su primera obra, Faltan moscas para tanta mierda (Espuela de Plata, 2014), y tras la tensa espera le fue correspondido, por su evidente esfuerzo, con el lanzamiento a la vez de este libro que tiene en sus manos y su primer poemario, Cartas a Thompson (Island), ambos publicados de nuevo por la misma editorial. Como comentó a medios especializados, «ser fiel a mi editorial me genera menos disturbios que hacerlo a una señora». Promete seguir publicando por el mero hecho de que no cesa en su producción literaria. Últimas esperanzas parece ser lo más cercano a ver la luz. Sus primeros diarios también comienzan a crecer así como un proyecto basado en historias surrealistas. Y sigue escribiendo poemas extraños, que debería ser la clave, justamente por su extrañeza, para que su verso siempre sea tenido en cuenta.