El diseño escandinavo se ha convertido en sinónimo de progreso modernista durante los años cincuenta y sesenta y desde entonces ha estado presente en numerosas exposiciones, ferias profesionales y publicaciones. Ya fuera como producto en las ferias internacionales o como proyecto cultural, tanto oficial como extraoficial, el objetivo siempre era representar a Escandinavia. De esta manera, el diseño escandinavo abarcó un amplio espectro de significaciones, a menudo consecuencia de mitos sobre Escandinavia y sus habitantes. Puede que se tratase de una fantasía que convencía al resto del mundo, pero desde luego fue una fantasía para los fabricantes de los países nórdicos. Consiguieron introducirse en los distintos mercados con artículos que se convirtieron en símbolos de modernidad y buen gusto, algunos de los cuales aún se fabrican y venden hoy en día como clásicos o antigüedades. Tradicionalmente, el diseño escandinavo se ha asociado con objetos simples, sin complicaciones, funcionales y democráticos. Estas son las características que deben reexaminarse en la reciente investigación sobre el modernismo. En cualquier caso, el diseño escandinavo nos aporta un paradigma que nos permite entender la construcción de la vida moderna y todavía tiene sentido para mucha gente en el mundo entero. A lo largo de medio siglo el diseño escandinavo se ha convertido en un fenómeno establecido que mantiene una repercusión positiva.