La publicación del libro de S. B. Pomeroy sobre la mujer en el mundo grecorromano ha supuesto un giro copernicano en el ámbito de la historia social de la Antigüedad clásica y en el planteamiento de la Historia de la mujer como problema historiográfico. Hasta no hace mucho tiempo todo el conjunto de problemas: económicos, sociales, jurídicos e ideológicos que plantea el estudio de la mujer en la historia, y más concretamente en la Historia de la Antigüedad, o bien no eran tratados con la consideración que, sin duda alguna, se merecen, o bien eran estudiados por diferentes especialistas en el seno de sus respectivos campos de trabajo. Sin embargo, desde hace algunos años, y a ese proceso ha contribuido decisivamente el presente libro, la cuestión se ha vuelto a plantear en unos términos radicalmente diferentes. El estudio de la mujer en la Historia se lleva a cabo en la actualidad desde una perspectiva claramente feminista, es decir, que independientemente del sexo de cada uno de los autores, la mayor parte de ellos asumen la idea de que el estudio de este problema no es posible si no se parte del hecho de que las mujeres, como sexo, grupo o clase ¬si así se quiere, han sido el sujeto pasivo de la historia y han sido objeto del ejercicio de diversas formas de opresión, e incluso explotación. La toma de conciencia en relación con este problema nos permite percibir cual es la situación de la mujer en el mundo contemporáneo y, de este modo, vincular el estudio del pasado con las inquietudes del presente, tal como han aspirado a hacerlo los mejores de entre los historiadores.