La política de acomodación del jesuita Mateo Ricci, pionero en la cristianización de China a fines del siglo XVI, constituyó toda una revolución y originó la llamada Controversia de los ritos chinos y malabares, que se prolongaría durante más de doscientos años. La Santa Sede, y Europa en general, creyó hallar idolatría en los tolerantes métodos de los misioneros de la Compañía. Este libro analiza cómo en el siglo XVIII una polémica religioso-antropológica fue utilizada por los enemigos de la orden jesuita para contribuir a su desprestigio, en una colosal campaña propagandística que culminó con su extinción en 1773. Paralelamente se expone la actitud de la Compañia, que insistía en la conservación de determinados ritos políticos como indispensables para el éxito de la evangelización.