Me llamo Jackson y en otoño empezaré quinto de primaria. Cuando sea mayor quiero ser científico de animales.

¿Sabías que un guepardo puede correr a 110km/h? ¿Que una cucaracha sin cabeza puede sobrevivir dos semanas? ¿O que cuando un lagarto cornudo se enfada escupe sangre por los ojos?

Honestamente, creo que los hechos son mucho mejor que las historias. No puedes ver una historia. No puedes sostenerla en tu mano para medirla. De hecho, las historias no son más que mentiras. Y a mí no me gusta que me mientan.

La regla número uno de todo científico es que siempre hay una explicación lógica para todo. Por ejemplo, ¿cómo aparecen gominolas moradas por arte de magia cuando apenas tenemos comida en casa? O, ¿por qué es difícil hacer amigos cuando siempre tienes hambre? O, ¿de dónde ha salido ese ridículo paraguas? O, ¿cómo es posible que mis padres crean que no me doy cuenta que discuten cuando llegan las facturas?

Pero, lo más importante es que tiene que haber una explicación lógica de por qué el amigo imaginario que me inventé hace años ¡se está pegando un baño de espuma en nuestra bañera!