Sin duda, fue Diego Gelmírez el prelado más importante de la diócesis compostelana. Cuando lo nombran obispo, allá por el año 1100, la península ibérica es un territorio inestable: la Reconquista avanza desde el norte y los territorios liberados se van convirtiendo en condados independientes y reinos; en el sur, los reinos de taifa mantienen enconadas luchas, y en el norte, los reinos cristianos de Navarra, Castilla y León y Aragón también sostienen duras peleas e inestables alianzas. Dentro de los reinos cristianos, a su vez, había condados en los que los condes ejercían su autoridad dentro de una sociedad feudal en la que la Iglesia desempeñaba un papel de primer orden. Y en el caso de la ciudad de Santiago, con la importancia que tienen las peregrinaciones, con el voto de Santiago y con las rentas del señorío que detentan los obispos de una urbe en plena expansión, la Iglesia es eje de un poder determinante en la sociedad.