«A uno le gustaría tener una antología de las últimas palabras de hombres célebres», decía Chateaubriand. Y es que a las últimas palabras de las personalidades más famosas se les da frecuentemente una significación especial, visionaria. Ya Montaigne suponía que la gente, ante la muerte, dice la verdad para garantizar la salvación de su alma. El poeta americano Walt Whitman veía en las últimas palabras la culminación de la vida, y pasó la suya buscando las idóneas, pero en el momento decisivo tan sólo pudo exclamar: ?¡Mierda!?. No siempre resulta posible saber cuáles de las últimas palabras transmitidas son auténticas y cuáles forman parte de la leyenda. La muerte, además, como señala Werner Fuld, tiene sus propias leyes. Si la vida no es algo que se pueda calcular, cuánto más el final, los últimos e imprevisibles minutos de vida, a veces grandiosos, a veces tristes, absurdos o cómicos. Werner Fuld sigue las huellas de personas de todos los ámbitos, célebres o convertidas en famosas con su muerte. Aristóteles, Jane Austen, Balzac, Bogart, Chaplin, Chéjov, Felipe II, Pablo Escobar, Houdini, Mozart, Octavio Paz o Trotski, todos tienen cabida en estas entretenidas miniaturas, interesantes anécdotas narradas con gran sentido del humor, agilidad y destreza.