José María Izquierdo Rojo en Diario de un Residente saca provecho de su experiencia personal para ofrecernos un relato horizontal que apetece leerse de una sola vez, sin marcar con el mojón de la página doblada el punto de arranque de una nueva lectura. La tragicómica y puntillosa descripción del ambiente hospitalario con todo lo bueno y lo malo, con sus riquezas y sus miserias, con lo positivo y lo negativo, con esos blancos y negros -que los médicos conocen bien- obligando a quien lea esta obra a no dejar en la sala de espera de su memoria las situaciones vividas-leídas en momentos anteriores para no perder el ritmo de las vivencias que se describen. Cada día relatado por nuestro residente es, en lenguaje cinematográfico, una Sitcom, o comedia de situación coral y ?sesentera?, con seiscientos incluido, pero pasado por el turmix de la inteligente perspectiva de José María Izquierdo que nos eleva por encima de la anécdota para que quien tenga ojos para ver que vea y reflexione. El personaje principal del relato, lo es sin duda «el ogro», «el jefe», «el patrón» el «Dr. BEDOYA»; una personalidad que aplastaba por las buenas o por las malas, que era el maestro, muy a su manera, el auténtico «magíster dixit» de la medicina europea y que, para bien o para mal ?mejor para bien-, es ya una especie en vías de extinción.