amigos, compañeros, enemigos, este Diario de Cicerón constituye una verdadera autobiografía, escrita linealmente, del orador, del político, del filósofo, pero también de la persona que fue Cicerón. Las cartas de Cicerón trazan un apasionante recorrido por su época, decisiva en la historia de Roma, entre el derrumbamiento de la República y el alumbramiento del Imperio. Desde el punto de vista eminentemente personal que aporta la escritura epistolar (alejada de los grandes tratados o de los discursos en el foro), se suceden personajes de la relevancia de César, Bruto o Pompeyo, desmenuzados todos por el fino olfato personal de Cicerón. Pero no es solo la época o los personajes históricos de su tiempo los que quedan al desnudo en las cartas de Cicerón, sino también su propia figura, en sus grandezas y miserias. Desaparece el personaje público y encontramos al ser humano: sensible pero vanidoso, obsesionado por el poder, siempre dubitativo.