La existencia de cualquier forma de discriminación choca frontalmente con una cultura de derechos humanos a la que aspiramos como sociedad democrática. La lucha por la igualdad entre todas las personas que habitan cualquier sociedad desarrollada es una necesidad aún mayor en estos tiempos en los que diversos fenómenos sociológicos, tales como los movimientos migratorios, contribuyen en la creciente diversidad. El objetivo último de las sociedades democráticas de garantizar a todas las personas en cualquier sociedad el pleno disfrute de sus derechos humanos se limitado por la existencia de actitudes, estructuras y elementos discriminatorios. La erradicación de cualquier forma de discriminación plantea nuevos y continuos retos en la promoción de una cultura de los derechos humanos.