Todos los concursos tienen un denominador común: un conjunto de profesionales que, representando intereses diversos, devengan honorarios. Pero si importante es facturar, más aún poder cobrar. En los juzgados y tribunales de toda España hay decenas de miles de minutas aún por cobrar: abogados de la concursada, de acreedores, procuradores de todas las partes, administradores concursales, peritos, entidades especializadas en liquidación de activos, agentes de propiedad inmobiliaria… El concurso tiene una enorme fuerza expansiva. Atrae hacía sí, incluso, a quien quiere permanecer ajeno a él. Todo lo absorbe. ¿Cuántos profesionales tienen alguna minuta pendiente de cobro por un concurso? Se cuentan por miles en cada juzgado. ¿Cuántos saben si pueden cobrarla y cuándo? Tan solo unos pocos.