Sobreproteger NO es educar. De esta premisa han de partir los padres que quieren que su hijo crezca como un árbol fuerte y no como un bonsái. Padres que buscan prepararlo para afrontar la vida real con éxito, no para encerrarlos en una campana de cristal; que le brindan las herramientas que necesita para ser una persona autónoma, con sus riesgos y decisiones, tolerante a la frustración y, en el futuro, un adulto consistente. Un niño debe poder caerse para experimentar lo que supone levantarse. Confía en él y ¡déjale crecer! ¿Cuáles son los peligros de la sobreprotección? Damos a los hijos siempre la razón aunque no la tengan Permitimos que nos chantajeen Les transmitimos nuestros miedos y ansiedades Invadimos sus espacios de libertad No les enseñamos a solucionar por sí mismos los problemas Se convierten en niños egoístas y narcisistas Aprenden a mentir como protesta a nuestra actitud fiscalizadora No les dejamos fortalecer su voluntad