Elizabeth Wittlin Lipton lleva muchos años trabajando en la gran escena teatral española, y ha creado importantes y originales escenografías y vestuarios ricos en detalles, formando un universo particular y mágico de referencia para posteriores generaciones de escenógrafos. El punto de partida de estas memorias son unas ilustraciones que la autora realiza para evocar su pasado más remoto y saldar así una cuenta pendiente con una época turbulenta, comprendiendo con nuevos ojos ya maduros las vivencias impuestas por la realidad de unos tiempos crueles de guerra y exilio. Relata su vida bajo la ocupación nazi y la consecuente huida de Europa, toda la odisea del refugiado, la huida de la familia por Francia, atravesando España y Portugal, hasta el «asilo» estadounidense; y, por supuesto, la tensión y la inquietud existencial que ahogan a las personas sin patria. «Adentrarse en la lectura de estas memorias es una experiencia enormemente enriquecedora... El pasado siempre nos sobrevive y acaba saliendo a flote... Sabremos más de nosotros cuando hayamos leído a Elizabeth Wittlin Lipton». J. M. Bonet «Elizabeth Wittlin Lipton ha escrito un libro maravilloso, primero por hacer a los lectores partícipes de su ámbito vital y de tantas experiencias válidas de ser contadas (y en esa deliciosa mezcla de pasión y discreción), pero también por la estructura que ha sabido dar a sus memorias y vivencias: saltando, a veces en la misma frase, de década a década, país a país, continente a continente. Y el gusto por el detalle, el cuidado en todo. Una gran obra, de una gran persona». Erich Hackl Elizabeth Wittlin Lipton nació en Varsovia en 1932, hija del poeta, novelista y ensayista polaco Józef Wittlin y de su mujer Halina. En 1940 logró salir de la Polonia ocupada por los nazis, escapando a través de Berlín, Bruselas, Francia y España hasta Lisboa, para desembarcar finalmente en Nueva York a comienzos de 1941. Formada en Estados Unidos, allí estudió Bellas Artes, interiorismo y más tarde Teatro Experimental. Con su marido Michel y su hijo James pasó más de trece años en España, donde estudió la lírica española, así como la Historia del Arte y de la Arquitectura de dicho país (esto último con Antonio Bonet Correa). Todo ello propició que trabase profunda amistad con eminentes poetas como Vicente Aleixandre, su profesor de poesía Carlos Bousoño, Francisco Brines (artífice de la versión española de veinte poemas de Wittlin), José Hierro, Claudio Rodríguez, Dionisio Cañas, Adolfo Cueto, así como el crítico cubano José Olivio Jiménez, con quien estudiaría después en Nueva York. Francisco Nieva, la figura más reputada del teatro en España hasta su reciente fallecimiento, se convirtió en su amigo y mentor. Su creatividad se vio poderosamente influida por sus amigos madrileños, así como por los neoyorquinos: fundamentalmente, el crítico teatral Jan Kott, el experto en Calderón Antonio Regalado, el profesor especializado en teatro de Europa del Este Daniel Gerould y su mejor amiga, la pintora Sita Gómez de Kanelba. Actualmente reside en Madrid, y visita regularmente su Polonia natal y su querido Nueva York. Desde hace años trabaja como interiorista, faceta que alterna con la de escenógrafa y diseñadora de vestuario para las obras de autores como Witold Gombrowicz y Calderón de la Barca.