Cuando los niños valientes empiezan a andar, sienten algo de miedo y se ponen a llorar. Pero el peligro desaparece cuando el abuelo cerca está... Así, paso a paso, con cuidado, despacio para no tropezar, nos echamos a caminar. Y, poco a poco y con algún cosco- rrón, el niño, el pato, la cebra o el bisonte se van de paseo ¡y hasta aprenden a volar!
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