Fruto del trabajo etnográfico realizado con la diáspora cubana en Barcelona, este libro analiza la importancia de la música en la producción de espacios sociales de relación en el contexto de la sociedad de acogida, así como su papel en la creación y mantenimiento de un sentido de pertenencia en situaciones de desplazamiento producto de la migración. Para los cubanos, la música constituye un importante espacio material y simbólico de encuentro e identificación. El trabajo aporta una mirada distinta a la realidad migratoria en nuestro país, al poner el foco en la cultura expresiva diaspórica, aspecto muy poco tenido en cuenta en las ciencias sociales que han abordado este tema. La vocación transdisciplinar del estudio, que se vertebra lógicamente con los planteamientos y las herramientas de la antropología, acoge también otros acercamientos derivados de los estudios de la performance, de los estudios urbanos y de la danza, entre otros, señalando la potencialidad del tema y conectando con las prácticas etnomusicológicas internacionales más actuales.