Cuando fuimos árabes es una declaración de principios. Un libro al servicio de un consejo: que debemos habitar nuestra historia. El autor parte de la consideración de España como un territorio más antiguo que el concepto de estado-nación, y más acorde con la idea de nación-cultura de Menéndez Pelayo; es decir, un territorio habitado por sus textos y ajeno a las cristalizaciones jurídicas de sus habitantes. En esta ocasión, González Ferrín retoma su idea de la historia como continuidad y movimiento (desarrollada ya en su Historia general de Al Ándalus, así como en La angustia de Abraham, ambas publicadas por Almuzara) para personalizar una visión distinta de Al Ándalus. A lo largo del libro, el autor despliega su erudición en islamología (avalado por más de treinta años de estudio), y propone un necesario cambio de paradigma: la alteridad del islam es un constructo al servicio de una Europa cerrada, y puede y debe contrarrestarse desde España mediante una asimilación intelectual de todo cuanto implicó realmente el islam medieval en la Península; ese tiempo en que fuimos árabes... Porque el árabe fue el idioma culto de una España que legó al Renacimiento europeo nombres como Averroes o Abentofáil, sin los cuales hubiera sido difícil que la Ilustración naciera tal y cómo lo hizo. La complejidad de nuestra historia requiere acercamientos posmodernos para reconocer las fronteras líquidas de realidades como Europa y el islam, especialmente si está escrito desde una tierra europea en la que hubo un tiempo... en que fuimos árabes.