Me gusta la televisión, la buena, como a todo el mundo, pero no tengo inconveniente en ver la mala también ¿de qué viviríamos los críticos si no? En un año marcado claramente por la desaparición de Aquí hay tomate y la subida a los altares de un personaje como el Duque, este libro ofrece una visión muy personal de alguna de las cosas más relevantes ocurridas en el sector y que han hecho del año 2008 un apasionante año catódico. Series para adolescentes, presentadores que cumplen cifras redondas en antena, la proliferación de la oferta on-line de unos y la lucha contra los elementos de otros... una recopilación de opiniones personales para recordar lo que el año nos ha deparado en la siempre interesante e injustamente denigrada televisión.