En un momento en que se cuestionaba la lealtad de los campesinos canarios a la causa española por su participación en los ejércitos insurgentes y por su identificación con los puntos de vista cubanos, las autoridades gubernativas trataron de contrarrestar esa atmósfera con la celebración de unos festejos de gran magnitud en los que se combinaban los bailes con las ferias agrícolas e industriales y en los que los canarios competían en su deporte vernáculo, la lucha canaria, surgiendo allí su primer reglamento. Realizados en plena Guerra de los Diez Años (1868-1878), trataron de unificar a los canarios emigrados a la Perla de las Antillas en torno a la idea de su españolidad, agrupándolos con los criollos y con los de las otras regiones de España en una festividad que resaltase su idiosincrasia y esos elementos comunes que le identificaban con la Madre Patria. Por eso su crónica es un documento de primera mano para el conocimiento de la colonia isleña de la isla y sus anhelos e intereses.