A pesar de Chernóbil, a pesar de la hecatombe de Fukushima, hoy se siguen construyendo centrales nucleares. Innecesariamente, con los peligros conocidos, con el de solador legado que representan los residuos radiactivos. Además de los urgentes cambios que son ya imprescindibles en nuestra depredadora forma de vivir, las energías renovables podrían sustituir a la energía nuclear por poco que los poderes político-económicos se lo propusieran. Pero son esos poderes, políticos y económicos (¿no son lo mismo?) los que han decidido someter a las generaciones presentes y futuras a accidentes y enfermedades, a vivir amenazados por un peligro que tardará mucho tiempo en desaparecer. Sin olvidar, por otra parte, la dimensión bélico-atómica anexa a esta industria de gran peligro, alta tensión política... y grandes beneficios empresariales. Eduard Rodríguez Farré y Salvador López Arnal desenmascaran aquí las mentiras con que se pretende justificar el mantenimiento de la industria nuclear, y lo hacen de forma irrebatible: contando la verdad.