Creer no es de cretinos. Ni es el resultado de la reflexión en solitario del inquieto e inseguro. No es una experiencia subjetiva irracional. Ni la escapatoria de los cobardes sin coraje para admitir la dureza de un mundo plano o de una vida sin sentido. No. Creer no es nada de eso. Tampoco es demostrable. Creer es optar por aceptar como real lo que no se ve; supone un cambio del ser: solo quien cambia lo acoge.Benedicto XVI ha dedicado muchos esfuerzos a desarrollar lo que significa decir creo, que es equivalente a decir creemos, porque la fe es un acto compartido.